Estudios sobre: lengua, literatura y tradiciones culturales...

lunes, 7 de julio de 2008

CACHAMAS BAULEÑAS Y PLOMIZAS

El caso es que desde niño a uno le van creciendo como dos imágenes bien diferentes de El Baúl. Primero tenemos un perfil que culmina como en un puerto amplio, con hombres sudorosos y mujeres bajando cuidadosamente de bergantines repletos de comida y vituallas y la otra semblanza es un pueblo lleno de tradiciones que guarda para sí a los verdaderos llaneros de Cojedes. No es que los demás no lo sean, pero tener la estirpe y las uñas para las cuerdas de un arpa y el gañote serenito para pegar un tañío y hacer que los demás copleros se vayan a la cocina, no es tarea fácil. El Baúl es arpegios y coplas. Esto se comprueba viendo a Don Amado Lovera bregando con una camoruca o escuchando a Ángel Zapata en un festival de música recia. Ser bauleño es llevar la esencia de la llanura en el alma. Siempre El Baúl está ahí como un eco infinito, como una identidad del más allá o del más nunca en nuestras sabanas; quizás deseando que Jorge Noche tenga la canoa por ahí mismo, como si él fuera el verdadero Caronte del llano. Ahora, cuando uno remonta Las Galeras de El Pao, y luego se deja caer carretera abajo hasta llegar al Paso de San Miguel y lo conoce, entonces sabe que por el río bauleño llegan sólo unas lanchas con pescadores y más nada. No hay otros navíos, digamos que barcos o chalanas, en las barrancas. Usted verá solo un montón de casas, por la calle Los Placeres, que vienen como saliendo de las corrientes del Cojedes. Y en cuanto a los llaneros, sí que los tenemos y “de a bastante”. Hombres y mujeres que trabajan incansablemente por unas calles largas y otras más cortas. Desde hace rato quiero decirles que en El Baúl, a veces, pega un calor macho de verdad, es como si anduviéramos revoloteando en las puertas del infierno. El Baúl ha estado siempre unido a un río. Se dice que hacia mil ochocientos cincuenta y tanto se veían embarcaciones grandes cargadas de añil, tabaco, pescado, algodón, cueros, licores y otros suministros. Parece que su destino anda fijo a los tremedales. No obstante, ha querido huir, quebrar ese hado extraño, es por eso que ya no está donde Fray Villanueva lo fundara en 1744. El llano cojedeño es lejanía, es por eso que hasta sus pueblos caminan. Aquí todo es un andar. Ahora más que nunca se cierne sobre El Baúl, este signo diluviano. Las lagunas que están construyendo -y que pa criar cachamas- dan un miedito. Nosotros sabemos que va a haber trabajo y comía, pero es que las hicieron donde está el llegadero de las aguas. Y mire, donde usted tiene agua y llega más agua, lo que queda es recomendarse al Señor. Cuando los ríos se ponen furiosos no respetan eso que llaman progreso. Un lomoeperro, un terraplén eso es nada. Ojalá que Santa Rosa y San Ramón no prendan un día de estos, un buen baile, llover parejo pues, porque a nosotros nos va tocar bailar sin tener fiesta. Cuando caiga una latadeagua, como las que a veces manda San Juan, en las cabeceras de Tinaco, esas lagunas van a ser un solo mar y las cachamas van llegar solitas a las puertas de las casas. Más bien vamos a tener que espantarlas. Hubo silencio y ya no hice más anotaciones. Permaneció un buen tiempo pensativo. Nos despedimos y me quedó ese sabor amargo de la verdad que no tiene dolientes. Me refiero a la verdad que la gente del campo dice; pero que muchos no aceptan. El saber del pueblo es menospreciado por los conocimientos que se traen de las universidades. ¿Hasta cuándo un proyecto económico va a ser más importante que la vida? El hombre se marchó. Después fue solo una sombra entre las casas del pueblo. Mientras allá lejos, las máquinas seguían hundiéndose ferozmente en la tierra, en el lodazal. Duglas Moreno

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